Al poner las piedras tanto calientes como frías sobre nuestros diversos campos energéticos, estas producen una sensación de bienestar paulatino. La combinación de ambas piedras y temperaturas, ricas en minerales como hierro, zinc y vitamina E, nos ayudan en: Reconstrucción de las células de la piel. Oxigenación, iluminación y firmeza de la piel. Ayuda al movimiento de nuestras articulaciones, sobre todo si padecemos piernas cansadas, con varices e inflamadas. Estimula la circulación de la sangre y oxigena a la misma. Se recupera la energía de cada chakra. Relajación total de los músculos del cuerpo como los faciales. Eliminación del dolor corporal o localizado.
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